Este no es solo el relato de un padre y su hija. Es la historia de muchas niñas que han descubierto que tienen derecho a soñar. Que pueden ser lo que quieran ser. Que no están solas.
Este libro es un grito de vida desde la adversidad. Un recordatorio de que el feminismo no siempre se pronuncia; a veces, simplemente se practica para sobrevivir.
Resolución de 14/07/2025, del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha, por la que se conceden ayudas para la prevención de la discriminación múltiple en 2025.
Resolución de 15/07/2025, del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha, por la que se conceden ayudas para la promoción de la igualdad de género en asociaciones en 2025.
Dos libros. Una periferia. Muchas vidas entrelazadas. Aunque muy diferentes en forma —una novela híbrida y un testimonio coral— ambos libros se interrelacionan y dialogan desde el extrarradio, desde la clase, desde lo que no siempre se cuenta. Juntas, forman un espejo fragmentado y poderoso de lo que significa crecer, vivir y resistir en la periferia.
En Medea me cantó un corrido, Dahlia de la Cerda hace gala de su habitual destreza para narrar una serie de relatos interconectados y, gracias a su original estilo plagado de humor negro y situaciones delirantes, crea un paisaje literario único que vibra al ritmo de cumbias, electrocorridos y perreo.